Por: Mariana Badillo Bárcenas de Texcoco, Estado de México, México.
Iban jugueteando, cantando y bromeando, muy contentos por el camino, dos tiranosaurios rex que apenas alcanzaban la juventud; cuando de pronto, uno de ellos miró que una cosa muy extraña de colores vistosos atravesaba corriendo el camino.
– ¡¡¡Mira, mira, mira!!!- Le dijo el bobo Clini al bobo Trini- ¿viste eso?
– Sólo alcance a ver que era un Ponchoreras de color…
– ¡verde agua con lunares rosas!- interrumpió Clini-
– ¡Vayamos tras él! – exclamó Trini-
Así, los dos hermanos apresuraron el paso para sorprender al lagarto Ponchoreras que se hallaba tranquilo aseándose las patas tras un arbusto.
Una vez que lo hallaron, no dejaban de maravillarse y susurrar pasmados de ver un lagarto con tales colores; y mientras se hacían caras de sorpresa mutuamente, buscaban torpemente la cámara fotográfica del celular para capturar las imágenes de aquello tan sorprendente. Hasta que Clini tuvo una idea:
– ¿Y si mejor lo encerramos en este frasquito que traigo en la bolsa? – pregunto a su hermano emocionado, anticipando la respuesta.
– Pffff!!!, ¿y hasta ahora se te ocurre? – ¡trae acá el frasco!
– ¡Qué emoción! -exclamó Clini- ¡ahora si podremos tener en casa algo verdaderamente sorprendente para enseñarle a todo el mundo!
Dicho esto, ambos hermanos acordaron acorralar al desprevenido lagartito colorido y capturarle.
La captura fue tan rápida que el lagarto apenas la notó. Para entonces Trini y Clini brincaban de alegría mientras sostenían fascinados el frasco.
– ¡Yo me lo quedaré! – exclamó Clini
– No, yo me lo quedaré y tu podrás alimentarlo – dijo Trini
– No, tú le darás de comer y yo lo tendré bajo mi cama – debatió Clini – ¡No!, ¡estará bajo la mía! – ¡No, bajo la mía! – ¡No, bajo la mía! – No… se decían uno a otro mientras se arrebataban el frasco con el pobre lagartito mareado de tanto ir de mano en mano, hasta que de pronto grito:
– ¡¡¡Aaaalto!!!, ¡yo no soy ningún juguete par de tontos!, ¿qué acaso creen que por tener estos hermosos colores y por ser más pequeño que ustedes dos grandulones, me pueden encerrar en un frasco y meterme bajo una cama donde no podré ver la luz y donde me sentiré absolutamente desolado?
Los dos tiranosaurios se quedaron pasmados mirando al lagartito y mirándose mutuamente sorprendidos cuando Trini exclamó:
– Bueno, tus colores me recuerdan a las fiestas de cumpleaños, eres tan chiquito que cabrías muy bien en nuestra recámara donde podríamos jugar contigo, no queremos hacerte daño, sólo queremos jugar contigo.
– Si, podríamos jugar muchas horas contigo y nuestra casa te gustará. Además, podría mostrarte con mis amigos y les vas a gustar tanto que verás que todos me envidiarán y querrán tener un lagarto como tú, pero nunca lo conseguirán… – fantaseaba Clini.
– ¡No, yo me lo llevaré al colegio a presumirlo! – exclamó Trini – No, yo me lo llevaré – No, yo lo llevaré – No, seré yo – Seguía el debate hasta que el lagartito volvió a gritar:
– ¡¡¡Altooooo!!! ¡¡¡Ustedes no entienden nada!!! ¡No soy objeto de colección!, tampoco quiero ser una mascota para presumir, ni quiero que jueguen conmigo, ¡¡¡no quiero que me lleven a su colegio para que me presuman como un trofeo a otros tontos como ustedes!!!
– ¡Está bien, no te llevaremos al colegio, porque qué tal si alguien te roba- dijo Trini – claro!, y sería tu culpa – dijo Clini – ¡Lo mejor será que sólo te dejemos en la casa para que nadie te vaya a robar, para que sólo nosotros juguemos contigo, y para que no te sientas encerrado, te compraremos una casita de muchos colores igual que tú que yo mismo haré – dijo Trini- ¡No, la haré yo! – No, la haré yo porque yo tomé un curso de maquetas – No, la haré yo porque yo tengo mejor gusto para los diseño – No, la haré yo – No, la haré yo – No, yo…. Otra vez el debate de los bobos hasta que de nuevo el lagarto Ponchoreras:
– ¡¡¡Altooooooo!!! De verdad que son tontos!!! ¡Yo tampoco quiero una casa de colores ni con los mejores diseños, ni quiero vivir en su casa!
– ¿Entonces qué quieres? Preguntaron al mismo tiempo los dos tiranosaurios intrigados
– ¿Dónde creen ustedes que me vería mejor?
– ¡En la sala! – dijo Trini- ¡No, en el jardín – dijo Clini – ¡No, en la piscina! – dijo Clini – ¡No, en mi buró – Ah no!, en el mío – No, en el mío – No, en el mío – De nuevo el debate bobo y de nuevo el lagarto:
– ¡¡¡Altoooo!!!, Ni en el jardín, ni en la sala, ni en la piscina, ni en ningún otro sitio de su casa por muy bonita que esté. ¿De verdad son tan tontos? ¡¡¡Pffffff!!! Exclamaba el lagartito – El único lugar donde yo me veo de maravilla y con los colores más brillantes es en mi casa y con mi familia. ¿Qué no se lo imaginaron?, veo que no. Si ustedes me llevan a su casa, no habrá alimento, juego, lugar o dinosaurio que haga brillar mis colores, pasaría muy poco tiempo para que me apague y todo aquello por lo que me capturaron, habrá desaparecido, porque yo, soy lo que les ha gustado tanto por una sola razón: porque soy libre.
Dicho esto los dos tiranosaurios, volvieron a pasmarse y sin decir palabras, ambos se miraron en complicidad para bajar el frasco y dejar ir al lagarto.
Una vez afuera el lagarto Ponchoreras, corrió a toda velocidad camino a su casa, mientras los dos tiranosaurios conmovidos sollozaban, pero antes de desaparecer, el pequeño lagarto voltio a verlos y de lejos les gritó: ¡Adiós par de bobos, tal vez un día con un poco de suerte, ustedes también salgan de su frasco!
Fin.